Atrás, más atrás,
hasta donde mi memoria no alcanza,
aquí en esta tierra mágica
el agua cantaba,
tenía voz gigante,
igual al sonido de mil vientos.
Era el agua y su canto líquido,
de sur a norte, de este a oeste,
y en todas las direcciones,
en todos los caminos del agua,
el agua daba su voz
para que la vida bailara al
son de su canto.
Luego aparecieron los hombres
que venían de más allá de la sal,
de otros lugares,
y el agua cantaba.
Se apoderaron de tierras del agua
y el agua disminuyó su canto.
Ahora, por ahora,
el agua casi no canta,
va perdiendo su gran voz,
está envejeciendo,
y, un día de estos,
cuando el hombre quiera
que el agua cante,
no lo podrá hacer.