La maldad,
terreno oculto, sin luz,
que realizan
los de corazón vacío,
los que se ríen
y celebran el hecho
de hacerle daño a otro,
sin importar cuál sea el daño;
los que confían en su propio Dios,
en la ilusión del dinero
que transforma al más humilde ser;
los que no tienen conciencia
y trepan más allá de sus límites,
sólo por vivir a sus anchas.
Ladrones de un bienestar falso,
artífices de un juego extraño, sucio,
seres con agallas
que roban hasta saciar su hambre de poder.
Ganarán cosas materiales,
pero vivirán sin amor,
incluso, sin perdón supremo.
Como Eva Braun,
se disputan la soberanía,
revolucionan al mundo con su crueldad,
y al igual que Hitler,
no tienen la razón.
Lo malo para ellas es bueno,
tiene su propósito.
Se suicidan con su propio veneno,
solo por dominar.