Hay personas que pretenden escalar,
y suben con la ilusión de llegar tan alto
como los árboles.
Su esfuerzo nada vale,
no se sostienen,
vuelven a pisar tierra.
Creen tenerlo todo:
linaje, títulos, carisma, inteligencia,
y pierden el tesoro escondido de la humildad.
Son espías que se ocultan
detrás de su máscara;
rebosantes de cobardía,
se pegan a las faldas de su amo
y pagan por la información.
La prepotencia los envuelve,
terminan en su madriguera
y se encierran.
Son lobos feroces
embriagados por la ira.
Ellos desconocen sus orígenes,
pelean en el ring de la maldad.
Mientras,
Mefistófala aparece,
deja despedir su olor
de gata en celo.
Ellos, juntos,
se pudren.
Sin dinero...
sus cuerpos no tienen buen aroma.
Para Mefisthófala y Lady Juliana