Vieja casa,
quiero comenzar a destruir tus muros,
que mi mano,
como un taladro,
en el instante de este poema,
desbarate uno a uno tus ladrillos,
desenraíce tus cimientos,
y con tus desechos haré una pira,
y más tarde de un parpadeo
levantaré de tus cenizas
las mismas plumas y tornasoles del ave fénix.
Y cuando ya estés levantada,
dispuesta a darnos los dones,
para que lo cual fuiste hecha,
seas un lugar estable
en donde la poesía se vista de reina
y tenga lecho de princesa,
en donde estén los caminos
del Gato con Botas,
en donde a veces sea Gulliver o Pulgarcito
ganando batallas,
o el rey Midas,
mas no quiero ser Ulises,
y si lo soy,
que tenga el mar en la sala.
Casa, nueva casa,
un jardín de rosas blancas y negras
nazcan en ti cada mañana,
y a la puesta del sol
rosas escarlatas,
y voces de mil pájaros libres,
y alas y alas.
Casa, nueva casa,
que nada se deteriore,
que nada se envejezca,
que los buenos lares sean tus guardianes
para que no sea aciaga la vida nuestra.