Hablo por teléfono,
mi madre me responde,
siento la nostalgia en su voz,
extraña a los hijos que se marcharon,
su voz comienza a emblanquecer.
Atiende al nieto,
espera las vacaciones o un diciembre.
Nos vemos.
Otro año llega, me marcho.
En el barrio donde nací,
gente nueva vi.
Esos amigos con los que jugué,
o discutí,
se alejaron a nuevos horizontes.
Otros, por adversidad,
se marcharon para siempre.
Visito las viejas casas,
conozco gente de otra generación.
Los conocidos envejecen.
En un rincón la nostalgia.
La madre extraña al hijo que se marchó,
habla de él sin descanso.
Evoco mis recuerdos,
deseo llorar, pero aguanto.
De mi vieja casa,
añoro a mi madre;
por circunstancias del bien llamado futuro,
me alejé.
Visito las bóvedas de mis abuelos y de mi padre.
Mi mente atrae sus abrazos,
que desaparecieron con la partida.
Sigue el tiempo y el camino.
La calle sonríe, las hojas caen,
los viejos solitarios.
Un poema triste se escribe,
recuerda a una madre que espera el abrazo de su hijo.
A mi madre, te amo