La esclavitud existía,
la humanidad, firme, creía
que era normal en el mundo,
no pensó ni en un segundo
que fuese cruel y dolía.
Los sudorosos fulanos
sufren aún por los tiranos.
La mayoría de la gente,
oscura sigue, indolente,
como en tiempos ya lejanos.
Es común el desgraciado,
escaso, sucio, rajado,
que diga con el contrahecho:
“el mundo así está bien hecho”.
Serviles del potentado.
Pues prosiguen los momentos
con los gritos, los lamentos,
sin miedo, desesperados;
bravos los necesitados,
se quejan también hambrientos.