SENTIRES

Autor:    Enrique Arroyo Villegas

Enrique Arroyo Villegas


LOS OJOS QUE ME MIRAN - PAPELES DE MALLORCA


 

Las mansiones del siglo XVI y XVII me observan. Permanecí ciego a sus ojos durante tanto tiempo.

 

Mallorca vivía su edad de oro y todos mirábamos hacia Europa; París, Londres, Venecia. Era el tiempo de nuestra modernidad; todavía en los últimos escarceos de la libertad durante la dictadura.

 

Esas viejas mansiones, como al resto de los mallorquines, nos habían pasado inadvertidas por tanto verlas, por estar siempre ahí.

 

Contribuí a modificar la fisonomía de la ciudad —las viejas tiendas que nada tenían que ver con nuestra cultura— desde mi estudio de arquitectura interior.

 

Y la gente del norte —que quedó prendada de los soportales con arcos de piedra, de los patios para caballerías adoquinados con cantos redondos— creó recovecos de subterráneos, y donde una vez tan solo existía una bodega, instalaron galerías de arte, tiendas de artesanos joyeros y orfebres.

 

El grandeur de los nuevos ricos alemanes quiso imitar a Dusseldorf, pero con la pátina de una cultura ancestral de árabes y judíos.

 

Varias decenas de años más tarde, aquellas casas cerradas a cal y canto, en barrios populares donde vivían gentes humildes, se convirtieron en joyas de la ciudad.

 

Hoy camino por las callejuelas con placas conmemorativas de aquí vivió tal y cual, una vez colocadas con sus emblemas heráldicos por un ayuntamiento que no distinguía entre corsarios y hombres de letras.

 

Muchos de esos nobles llegados con las tropas del rey de la cristiandad, construyeron esas posesiones, como se llama aquí a los lugares, siguiendo la moda italiana, con logias que nos hacen viajar en el tiempo.

 

Esa mezcla de lo popular, con la ropa tendida en los balcones, y el señorío emblemático, se asemeja a una combinación extraña entre Nápoles y Florencia; y si añadimos las altas palmeras que crecen en los jardines interiores, nos parecerá estar dando un paseo por Trastévere.

 

El silencio, mi amado silencio, hijo de la pandemia, lo envuelve todo; creo que soy de los pocos que caminan con los ojos abiertos para que los fantasmas de las antiguas casas me contemplen.

 

Estoy satisfecho de reencontrar mi Mediterráneo, aunque añorando a Cartagena de Indias que tanto tiene que enseñar a mis vivencias.

 
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