Es mágico,
un lugar fantástico, divino, feliz.
Desde el ascensor,
un río de oro conserva su origen.
Cuando entramos al 1303
se perciben los olores culinarios,
y Rafa, como siempre,
invita a desayunar,
esta vez: arepa, huevos revueltos con cebollín,
chorizo y galletas.
Me sorprendí al ver la vista:
es preciosa,
como castillo fabricado en oro.
Nati, inigualable, me regala su cariño,
siempre me dice: vuelve.
Después el beso.
Las gaviotas negras inundan el cielo
cubierto de nubes,
sobrevuelan sobre el infinito del paisaje
que se ve al fondo:
árboles milenarios y pasto para unas pocas vacas.
Al lado izquierdo del fondo, después del río,
una casita pequeña
y otro paisaje casi intacto
del que seguiré rogando siga así.
Me imagino el río cuando crece,
burbujas escapan,
peces emergen,
y al final,
sin saber qué vendrá después,
faldas verdes,
como cañones de una plaza
donde se percibe el infinito.
El río va, viene, va, viene,
emporio gigantesco
regalado por la presencia divina,
en el balcón,
me dediqué a caminar
y a extasiarme de tanta belleza.
Leímos algunos poemas
que él me ayudó a corregir,
imagínense, abogado,
de esos que aman el arte y la filosofía.
Rafa utiliza la tecnología al máximo,
con su computador y con su celular de alta gama
recorre el mundo
y hace negocios que le salen al pelo.
Tiene el apartamento atestado de libros
que presta, compra y regala,
así como dos guitarras:
una acústica y otra eléctrica.
Dice que le gusta manejar más la acústica.
Es poeta y músico,
aunque por negocios sea ganadero.
A Rafita, como yo le digo,
le regalan cuadros,
y entre ellos vi uno por ahí
donde aparece con gafas negras y barba blanca,
su cabello largo de moñito un poco enredado.
Se nota su esencia en ese cuadro:
algo de misticismo, amor y locura,
algo de bueno, de misterio, algo de ternura,
y muchísimo, pero muchísimo carisma.
Él me invitó a una conferencia
sobre los zenúes, yo la disfruté mucho.
Él es indígena a su manera,
por su forma de caminar
y su legado que guarda,
y que ahora, vivo,
no sabe qué tanto pierde el mundo.
Cuando escribe y canta
me sorprendo,
ése es mi Rafa.
Para: Rafael Antonio Matera Espinosa