La chica acompaña extasiada al apostador, su apostador.
Está vestida de corbata y minifalda, su hermoso rostro maquillado ilumina. Lo mira con picardía.
La noche anterior se desbordaron de placer.
El juego, el licor, los finos manjares. Y ella solo a sus ojos.
La historia, el momento.
Él dobla la apuesta, y gana. Ríen. La abraza fuerte.
Pierden y ríen, es el juego. Lo entienden.
Sus labios palpitan por los suyos. Toma un poco de agua, le sonríe y él le toma la mano y juntos ponen las fichas.
Pasan las jugadas con los sentidos a mil.
—Estás un poco ausente.
—Estoy contigo.
—Gracias.
Se levantan de la mesa. Es media noche.
Sienten la profundidad del mar.