Cada emoción anuncia su llegada.
Ríes, lloras,
esa parte te pertenece.
Vuelto equilibrista,
cruzas el puente suspendido,
sigues,
así la brisa golpee contracorriente.
El camino
se hace ambiguo, loco, tenso.
Lo fortuito
puede llevarte, levantarte, hundirte,
sin ir más allá.
Cada página vivida
pudo trasladarte a otros capítulos.
Sin darte cuenta,
su llegada,
es el barro cubierto de avatares,
te avisa
cuando algo no resulta.
Vives tus muertes.
Todo se parece a los segundos
que pasan.