¿Cuánta energía gasta el hombre
en volver a reconciliarse con Dios, con el mundo?
¿Cuánto infortunio traerá si no lo hace?
Por eso él busca, se sorprende, halla y vuelve.
La paz aparece,
regalo que tropieza, llena, siente,
como pieza perdida y aparte,
que lo ata.
¿A quién buscaremos en los tiempos malos?
A otro hombre.
Entonces,
¿por qué armar la guerra?
El miedo volverá, lloraremos.
Nuestros huesos vacíos encontrarán la luz,
y como en un semáforo
habrá permiso para ser felices.