Al separarse de Bolívar,
el Sinú brilla.
Se marca la historia
un dieciocho de junio de 1952.
Renació un territorio,
iluminado por sus aguas.
Al son de unos bombardinos,
unos labios guapirrean,
el porro y su armonía,
que es una cultura,
una tradición.
Al brillo de un despertar,
en los mágicos caminos del Zenú,
reina el romosinuano, la cañaflecha,
las deliciosas rosquitas, el mote.
Córdoba, una ilusión,
de suelos prósperos,
donde la sangre palpita
en los melódicos pasos
que se mueven con pasión.