Sátiro y fauno
alucinado te han llamado… ¡Raúl!
¿Es que no eres más que una prostituta actuando lunática?
Eres la escena, el drama, el director, la actriz y su poesía pornográfica,
usada por psiquiatras y otros malos actores de fétida alcurnia,
como tus compañeros de celda que te ofrecían banquetes,
y tú los elevabas a tu arte prostituta.
Yo te conocí explayado en las escalas del Palacio de las bellas artes,
cuando descansabas de tu trabajo en el teatro de la vida,
divagabas sobre poetas y poesías…
Altivo, alucinado,
en sucia armadura,
eras un Dios en el apogeo de su locura.
Hoy estás empelotas corriendo tras tus burras.