SENTIRES

Autor:   Salomón Blanco

Salomón Blanco


EL SINTOMA SOCIAL


EL SINTOMA SOCIAL

 

Los tiempos que corren guardan una verdad que pulula de manera tácita, y ciertas veces, molesta: la sociedad es cada vez más consumista, exigente, pero, paradójicamente, es más indiferente a la suerte de su entorno.

 

Demandamos mejores medios de transporte masivo, aumento en la capacidad carcelaria, mega colegios, técnicas agropecuarias que garanticen en el futuro el acceso a la comida, y a la vez buscamos mejorar nuestro estado de ánimo. Basta con salir un poco para advertir el incremento de iglesias con Cristo como común denominador, pero cada una con una interpretación distinta de la palabra o de cómo creen que debe ser interpretada La Biblia. Si el vacío interior no es el problema, se puede adquirir servicio de cable con mil canales y horas de entretenimiento; colecciones sintéticas personalizadas de diseñadores que debutan y se despiden tan rápido como pasa la moda.

 

La indiferencia es el síntoma social. Se percibe el acontecer desde el home theater, se escuchan las balas de la guerra bajo el sonido envolvente del surround sound system, con la inmediatez del RSS. Se descargan aplicaciones para hallarse, para situarse, para saber cómo están las cosas afuera, qué novedades traen los amigos del colegio a quienes quizá no se veía hace décadas, ahorrarse las limosnas con likes. Pero poco o nada se hace por mejorar la realidad, es más, a pocos les importa.

 

¿Qué si saben qué es la guerra? Claro que lo saben. Saben qué es la muerte y saben qué es el dolor. Lo saben tanto como lo sabe un diccionario o Wikipedia, la madre de todos los vicios. El olor del miedo es tan parecido a esa sensación de un teléfono celular a punto de descargarse, como un plan de datos a unos bites de colapsar.

 

Ya no son ciudades que sufren frío o calor. Las personas se aclimatan en sus cuartos desde el inicio del fin de semana hasta un nuevo lunes en el que salen a trabajar para poder levantarse, para poder acostarse tranquilos a hacer el zapping y cumplir con el conducto regular.

 

Sabemos mucho, porque leemos mucho más; hay más información, camaritas por las calles y redes sociales a la medida del interés del usuario; pero eso no nos lleva a tener comportamientos más amables. Vivimos de prisa, con miedo al fracaso, a no ver la lata de legumbres, y no nos importa la tierra arada, las manos que cultivan, el hambre del desvalido.

 

Ponerle fin al conflicto armado en Colombia nunca va a ser posible si seguimos dominados por la indiferencia, creyendo que la guerra y sus consecuencias son una línea en el horizonte que nunca nos va a alcanzar. 

 
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