SENTIRES

Autor:   Salomón Blanco

Salomón Blanco


EL ARTE DEL CAMINO


EL ARTE DEL CAMINO


El éxito, vaya que todos lo queremos, así sea una esquirla de él. Por un segundo nos gustaría acaparar la atención de un gran público, que miles de rostros griten a coro nuestro nombre y aclamen lo que hacemos con un alboroto orgásmico, que el reconocimiento nos abrace a través del tiempo como a los Beatles, o fugazmente como a un cantante de reggaetón.

Lo que poca gente quiere es que ese público provenga del arte genuino; y eso es a lo que algunos aspiramos. No hablemos de estética o de vanguardias. Hablemos de la autenticidad, de lo prístino, de la soledad sensible, libre de egos y de los romances fugaces de la crema y nata de las vedettes.

Buscamos la imagen, la textura, la fama, la palabra exacta, el punto de quiebre, para ser comprendidos en nuestro entorno como a los vallenatos de Leandro Díaz, el ciego, como a Eeva-Liisa Manner, la poeta finlandesa; que se han saltado los muros de las décadas despertándonos admiración, bañándonos en sus aguas, aminorándonos el paso de los segundos con su oficio desinteresado. Ese es el éxito que debemos encontrar; sólo algunos, poco a poco, sin darse cuenta, se ven un día imbuidos en él. Ese es el arte al que hay que apostarle a pesar de su dolorosa atracción, el que debemos vivir, como viven los sembradores de rosas, con las manos heridas, con el sol adelgazándoles el cuero, con el tiempo contado, con el sueño bajito y la esperanza diezmada; y las rosas, que viajan empacadas en un container por las carreteras desbocadas, van frías, con la belleza fresca como el cadáver de un niño.

En algún lugar del mundo, un caballero perfumado le entregará a su dama una de esas rosas, bailarán La Diosa Coronada, le recitará unos versos, la llevará a la cama, y ella va a creer que esa noche, todo el amor del mundo le pertenece.

 
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