SENTIRES

Autor:   Salomón Blanco

Salomón Blanco


YA HAY McDONALDS


YA HAY McDONALDS


¿Alguna vez ha visto Falling Down (Un Día De Furia) de Joel Schumacher? Mejor dicho, la pregunta concreta es: ¿Alguna vez ha querido tomar un revolver y salir a la calle disparando enloquecido a cualquiera que se vuele un semáforo, o monte su carro por la cicloruta; o mejor aún, llegar a la Universidad de Córdoba en una de esas tardes inexplicables de protesta y piedra cual Michael Douglas en su desbordante actuación? Pues no tiene que responder a viva voz, acéptelo tranquilamente, si usted es de esos ciudadanos preocupados y cascarrabiosos, todos sabemos que la respuesta es sí. A todo esto le tengo una buena noticia, en Montería ya hay McDonalds.

En la cinta un psicorigido Douglas se acerca a un puesto de comidas que no es el antes citado, pero guarda las mismas características de exactitud, y pide un desayuno. La recepcionista trata de hacerlo entender que ya no son horas para desayunar, a lo que el tranquilo pero enfurecido personaje pide hablar con el encargado, que le hace saber que la hora de desayunar pasó hacían 5 minutos. La ametralladora se dispara, los comensales entran en pánico y el desequilibrado en su compostura decide cambiar el pedido y acepta que es hora de almorzar.

Hay reglas, estándares de calidad, tiempo para todo y para todos; a esto, enseñado desde el parvulario, debemos someternos hasta el fin de nuestros días. Contrario a la película de Schumacher, carecemos de esa exactitud primermundista, nos pasamos por la faja todo lo que se nos venga en gana. Hacemos ramplas para los discapacitados, porque ellos hacen parte de la sociedad y merecen sentirse a gusto con la ciudad y para eso pagan impuestos, pero a menos de un metro de esa rampla hay un poste de luz, o peor aún, el andén está destruido o es muy angosto para el ancho de la silla de ruedas. Si es jueves y vive frente al Barrio San Francisco, ni se le ocurra salir, porque un grupo de ciudadanos preocupados por la recreación se están tomando la circunvalar como autódromo, con carros adecuados para que nos les afecten los incomodos resaltos. Los domingos de camping podríamos irnos a la Bonga de Pasatiempo y limpiar las patas de marihuana, botellas de cerveza y bolsas de agua que dejan los muchachos que se sientan en las gradas a ver a otros hacer deporte. Si desea tomar un bus intermunicipal, porque le parece muy cara la tarifa de los taxis, y le es engorroso llegar a la terminal de transportes, no se preocupe, en la 41 o frente al Asilo usted puede formar un trancón sin precedentes tomando el bus que más le convenga; ojalá sea para Medellín, donde no lo van a dejar donde a usted le da la gana, lo van a dejar en la terminal para que admire la belleza de su arquitectura, que no es mejor ni peor que la de Montería, simplemente es  adecuada para el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos.

A lo que quiero llegar antes de incurrir en el sudaquísmo de desviar cualquier tema, es que no importa cuántos centros comerciales, hamburgueserías, concesionarios, edificios, parques, hospitales, colegios, puentes, hagamos, o que pavimentemos mil veces las avenidas primera y segunda, lo que nos hará una ciudad de avanzada, como escucho a muchos jactándose, es el respeto por las normas, impuestas o no; eso sí es lo que nos llevará a vernos como integrantes de una sociedad más llevadera y amable ¿O es que no les basta con este calor y el estruendo de los buses de SOTRACOR?

En todo caso, si se me adelantó y salió a echar bala por ahí, no se atormente si se da cuenta que aquí no hay muelles como en la escena final del filme; la Ronda del Sinú es un bonito lugar para morir baleado, ya otros lo han probado. 

 
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