Descortezan el plátano,
lo ofrecen en el binde,
y cuando el sacrificio está consumado,
en el inmenso caldero
el ajo espera extirpado.
Trituran el plátano, lo escamotean, lo voltean,
y a la mezcla le tiran un mundo de cebolla,
comino de oriente,
tres besos de manteca de cerdo,
y quedará para ir a la mesa.
Cabeza felina de muchas mañanas,
venció tantas veces con sus garras,
con sus colmillos, al hambre.
Cuántas veces maulló,
cuántas veces estará presente
en la rústica mesa,
cuántas mañanas de sábado o domingo
o cuántos lunes o jueves
saltará estirándose hacia nuestro estómago.
Poder de siete vidas,
felinidad increíble,
maúlla algo invisible,
cuando huele a ajo machacado,
y cuando suena el caldero
como vibrante campana
anuncia que está naciendo
el cabeza de gato.