SENTIRES

Autor:   Enrique Arroyo Villegas

Enrique Arroyo Villegas


El Ruido


Todos los ruidos juntos del mundo estaban ahí.

Y él le dijo:

—Hoy no me caes bien.

Y, ella, al tiempo que se abanicaba, le pregunto:

—¿Por qué?

Había ruidos antiguos, ruidos de guerras, de perversos hombres sanguinarios firmando sentencias de muerte.

Se podía oír el ruido de las balas al estrellarse en cuerpos blandos, el de los televisores proyectando un partido de futbol.

También se escuchaba la horda enfurecida por un penalti mal lanzado, y el silencio que queda después de la muerte, tan solo las ordenes de retirar los cuerpos aún vivos de los sentenciados.

Demasiados jóvenes, eran demasiado jóvenes.

El ruido del televisor del intruso que vivía en su casa; el intruso, tan sordo como la tapia de los fusilamientos, no escuchaba.

Ruido del viejo oficial que le entró una bala por la sien en la guerra de marruecos y le salió por la otra… y cada día cantaba.

A él también lo mataron, cuando llegaron los otros sin saber porqué lo mataban.

Ruido de vehículos que apretaban el acelerador y hacían chirriar las ruedas sobre el asfalto.

El Ruido del cuchillo del sordo, que cortaba la cebolla en diminutos pedazos.

Ruidos de adolescentes que llegaban de una fiesta, llenos de alcohol, y celulitis en sus traseros.

Ruidos de viejos y jóvenes del pasado y el presente que se reinventa cada día.

Y ella le pregunto:

—¿Por qué?

Y él le contesto:

—Hoy no me caes bien.

Mientras, el sordo se llenaba la boca de cebolla… y él esperaba el silencio.

 
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